El presidente Nayib Bukele lució en la Cadena Nacional: sin el garbo que le caracteriza, dudoso, cabizbajo y para colmo de males volvió a hablar sobre su promesas inconclusas del 2019, como el Hospital Rosales.


Súmele que descalificó la masiva protesta y lanzó una especie de amenaza “hasta ahorita no hemos utilizado una tan sola lata de gas lacrimógeno(…)”.

No estaba el Bukele de otras cadenas o el que recibió su investidura junto “al pueblo”. Lo hizo a puertas cerradas con sus aliados en el Órgano Legislativo y Judicial.

Su discurso fue breve, pregrabado y hasta la Revista Factum le ganó el mandado en dar a conocer de qué se trataba la Cadena Nacional.

Prometió que en 30 días enviaría a la Asamblea Legislativa una reforma de pensiones “integral” y sus esbirros diputados ya asintieron en redes y expresaron que sí “acompañarán con sus votos esta reforma” y ni saben de qué se trata.
Así amanece El Salvador fortalecido, con esperanza y con la ilusión que este Bicentenario no se conmemoró en vano.

Y lo que diga o sienta el presidente, ya es lo de menos.
Por María Hernández.
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