El portón 6 del Hospital de El Salvador (HES), antes Cifco, se ha vuelto testigo de la entrada y salida de cientos de funerarias que van a recoger a los fallecidos por Covid-19.



Dos agentes policiales están asignados para el ingreso y salida de los protocolos Covid-19, ésta última es la que obliga detener el tráfico sobre la Manuel Enrique Araujo y con sirena abierta de la Policía Nacional Civil (PNC). Inicia el recorrido a una velocidad de más de 80 kilómetros por hora, según lo permita el tráfico.


El Ministerio de Salud (MINSAL) detalla a diario que mueren máximo 16 personas por este virus, pero en el momento de realizar esta nota, salieron alrededor de 15 cadáveres solo del HES.

El trayecto se vuelve una especie de calvario, la PNC encabeza la caravana, le sigue el MINSAL y los funerarios, quienes van vestidos con trajes nivel III. Y así zigzagea el recorrido más triste para los familiares que logran pegarse a la “procesión” a toda velocidad.



No hay flores, no hay plegarias, incluso hasta el llanto merma por la rapidez del entierro. En el cementerio se vuelve más estricto el protocolo, delegados del MINSAL monitorean que todo salga a la perfección y que nadie se contagie. El féretro va embalado y bien resguardado. Culmina el albañil con la misión. Mientras los familiares lamentan que no hubo velación, que no se pudieron despedir y que la tristeza invadió a la caravana funeraria.
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